Tenemos dos prioridades cuando los pacientes ingresan al hospital: solucionar el problema que los trae al hospital y mantenerlos a salvo mientras lo hacemos. Los pacientes y sus familias deben saber que está bien ser un defensor de ellos mismos y sus seres queridos. Está bien preguntarle al médico o enfermero: “¿Se lavó las manos antes de entrar a la habitación?” Es posible que lo hayan hecho justo antes de ingresar, justo afuera, en la puerta. Pero si no lo vio hacerlo, pregúntele. Aceptamos esas preguntas, y agradecemos cuando los pacientes se involucran y se comprometen en sus tratamientos médicos.